FRACASADOS
Uno nunca obtiene lo que quiere…
Uno nunca obtiene lo que quiere…
Andrés se repetía en su mente una y otra y otra vez, como
se repetían los picotazos del segundero del reloj atacando a los oídos de
cualquiera en aquella habitación, pero era ridículo decir cualquiera, sólo
alguien vivía en aquel guarro apartamento, y vaya guarro, Andrés se había
olvidado de su propósito en la vida, “El escritor más famoso” “El talento del
momento” -“Ese muchacho tiene futuro”- Las voces que se escuchaban al fondo de la escena, de
personas que dialogaban sin parar. –“De ese muchacho podemos esperar demasiado” –Decían las voces en
aquella fiesta de graduación, Andrés era el más talentoso, apenas con pocos
años ya tenía novelas complejas que conmovían a corazones de piedra. Qué dramas
aquellos que escribía Andrés, y que dramático fue el desenlace de su historia.
Mírenlo ahora, es un pobre resignado, un borracho, un
autentico pobre diablo, un fracasado.
¿Andrés que te pasó?
Andrés perdió toda
humildad, Andrés se volvió un vanidoso, Andrés ya no era Andrés, era lo que la
gente le hizo creer, pobre Andrés.
Todos te querían, todos te extrañaban, todos sabían que
de ti todo se podría esperar, Andrés que envidia, nunca pude ser como tú, así
de popular.
Todos te estrechaban la mano, mientras ignoraban mi presencia,
igual que en el salón de clases, siempre fuiste el mejor, un ejemplo a seguir,
como un Dios, ¿Qué eres ahora? No eres nada.
Andrés cayó entre las redes de las drogas y las redes del
alcohol y las mujeres, el dinero es tan dañino, el dinero es lo peor, el dinero
es lo mejor –Decía Andrés- Andrés se
convirtió en el más presumido y yo siempre fui el envidioso,- ¡Ah maldita
envidia, me haces ser aun peor!- Nunca
fuimos la mejor combinación, siempre fui su sombra, siempre fui hipócrita,
siempre fui aun más perdedor.
Hace tanto tiempo que nadie visita a Andrés y a su
apartamento tan solitario como apestoso, los platos sucios se desbordaban de la
aquella mesa cochambrosa, no sé si Andrés había llamado a los ratones y a las
ratas por nombres, que asco de apartamento tenía Andrés la última vez que le
visité, un gato negro ya muy viejo llamado René era su única compañía, aquel
gato infame que también le ignoraba y escapaba de semejante atrocidad, su cama
era una balsa que flotaba en el mar de sus lagrimas y basura regada por toda la
habitación, el escritorio donde se ganaría la vida estaba lleno de basura, de
cosas basura y sin sentido que no podían valer nada.
Recuerdo verle, tanto tiempo sin mirarle, tanto tiempo
sin estrecharle palabras, le vi, estaba destruido, era un fracasado, -vamos a
salir, vamos a recordar, te invito unas copas, hoy vamos a brindar- le dije a
Andrés.
-Está bien, eres mi único amigo, no hay nada que perder. –Respondió-.
Bebía como desquiciado en aquel bar, una tras otra y otra
copa, y no me importaba ni un poco, lo miraba y pensaba; Pobre Andrés, pobre
fracasado, era sólo un imbécil más con algún motivo para visitar aquel bar, y
todos saben que visitar un bar por alguna razón es lo más triste del mundo.
Perdió a todos sus amigos, todos se alejaron de él, él
sabe que él tiene la culpa, siempre presumiendo ser el mejor, siempre
aplastando e insultando a los demás, como lo hizo conmigo, como me gozó
destrozar.
Él sabía que era un presumido, que difícil es hacer que
un presumido acepte que lo es, que triste que lo haya descubierto por sí mismo.
-
¿Qué debo hacer? Mi vida es una mierda, soy una
mierda, estaría mejor muerto, nadie me extrañaría. Me dijo completamente
desolado.
-
¿Qué te puedo decir? Eres un fracasado, yo soy
un fracasado, no podemos ayudarnos, tú estás en el abismo, yo estoy en el
abismo. ¿Sabes que es lo único bueno? Que es nuestro abismo, nuestro jodido
abismo. Le respondí.
Ya habían pasado 2 horas, 120 minutos, esa cantidad suena
a una eternidad, sin embargo el tiempo corría como las copas bajo cuentas de
señores con dinero invitándoles a los amigos.
-
Escribe algo bueno, aún puedes sobresalir, eres
un escritor, un mediocre escritor, escribe un guion sobre tu historia, tu
fracaso y tu solución, no tienes nada, más que a ti mismo, escríbete en un
papel, tal vez y así vuelvas a sobresalir. - Le dije
-
Ja ja ja, ¿Crees que quiero sobresalir? No, ya
no quiero sobresalir, ahora sólo quiero morir. Eres mi único amigo, gracias por
estar aquí. Respondió con la voz muy torpe, torpe por el alcohol que alteraba
su organismo.
Uno nunca obtiene lo que quiere…
Uno nunca obtiene lo que quiere…
Salió del bar, acompañado de sólo su soledad, nunca lo
volví a ver, hasta unas semanas después, una nota en el periódico, una invitación
y una carta, junto a un grueso sobre que esperaba ansioso ser abierto aquella
mañana de diciembre, mientras ahogaba mis penas en un café, ahí afuera de la
puerta de mi hogar. ¿Qué guarda este grueso sobre? –Me pregunté- Un libreto,
con una historia fatal, una historia bastante triste, y una historia muy cruel
sobre un fracasado, y su ineludible muerte, en ella Andrés narró cada parte de
su vida, y al final su tan poética muerte, y lo difícil que es tomar el coraje
necesario para subir al banco y poner alrededor de su cuello el collar de la
muerte.
Pobre Andrés, se convirtió en el péndulo que contaba los
segundos que rondaban por su departamento, midiendo el paso del tiempo con el
tambaleo de su cuerpo, acabó solo y sólo colgado de sus deseos y sueños
vanidosos, que triste que la autobiografía de Andrés haya sido marcada con
fechas especificas, que triste que esas fechas las haya escrito él mismo, que
triste es escribir tu autobiografía porque sabes que nadie más lo hará por ti, y
qué triste es el final, porque su muerte no es el final, sino lo que viene
después, recuerdo de la noche del bar que Andrés dijo; “No, ya no quiero
sobresalir, ahora sólo quiero morir”
Oh Andrés, nunca y siempre dudé de ti, pero más de mí, si
supieras que tu terrible fracaso fue mi mayor éxito, desearías estar aquí,
después de todo…
Uno nunca obtiene lo que quiere…
Sólo somos fracasados, no podemos salvarnos de nosotros
mismos.
Fracasados.